El poder del pensamiento en nuestra salud

¿Qué puedes hacer hoy por tu bienestar?

¿Te has detenido a pensar en el impacto que tus pensamientos tienen en tu salud? Vivimos en un mundo donde lo tangible es lo que parece contar: dietas, rutinas de ejercicio, chequeos médicos. Sin embargo, olvidamos que nuestro bienestar físico y mental empieza en un lugar intangible: nuestra mente.

La conexión entre el pensamiento y la salud no es solo un concepto espiritual o filosófico; la ciencia lo respalda. La psiconeuroinmunología, por ejemplo, ha demostrado que nuestras emociones y pensamientos influyen en nuestro sistema inmune. Pensamientos negativos como el estrés crónico liberan cortisol, debilitando nuestras defensas y haciéndonos más vulnerables a enfermedades. Por otro lado, pensamientos positivos generan endorfinas y dopamina, mejorando nuestro estado de ánimo y promoviendo la recuperación celular.

¿Por qué subestimamos el poder del pensamiento?

Estamos acostumbrados a subordinar nuestra salud a factores externos. Creemos que un medicamento o un tratamiento son suficientes, ignorando que una mente llena de preocupaciones puede neutralizar los efectos de cualquier terapia. A veces, el simple acto de replantear cómo percibimos un problema puede marcar la diferencia.

El psicólogo Martin Seligman, pionero de la psicología positiva, enfatiza que el optimismo aprendido tiene un efecto protector contra enfermedades. Esto no significa negar la realidad de los problemas, sino enfrentarlos con una actitud de resiliencia.

Ejercicios prácticos para sanar desde el pensamiento

Cuando cursas el nivel 1 de reiki aprendes a practicar la gratitud, la meditación y la visualización. También aprendes a modificar tu diálogo interior para que identifiques y elimines pensamientos destructivos que te puedes estar enviando.

El primer paso para mejorar tu salud desde el pensamiento es darte cuenta de cuánto influyen tus patrones mentales. No se trata de eliminar completamente los pensamientos negativos, sino de ser consciente de ellos y aprender a gestionarlos.

Recuerda: cada pensamiento es una elección. Tú decides si alimentas el miedo o la esperanza, el pesimismo o la confianza. Tu salud te lo agradecerá.

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